El 2 de febrero de 1971 se firmó
en Ramsar (Irán) el convenio internacional para la preservación y el uso racional
de las zonas húmedas. Fue creado especialmente para proteger los humedales de
importancia internacional para las aves acuáticas. Entró en vigor en 1975 y
desde entonces es conocido como Convenio Ramsar. Cada uno de los países
firmantes se compromete a preservar sus humedales y debe elegir al menos uno de
ellos para que figure en la Lista de Humedales de Importancia Internacional. El pasado 2 de febrero, aniversario
de aquel importante acuerdo, el grupo ornitológico SEO-Vanellus organizó una
excursión a algunos de los humedales más representativos de Aranjuez (Madrid).
Visitamos las lagunas producidas por la actividad minera en la gravera El
Puente y recuperadas, tras el cese de la actividad minera, por la misma empresa
que explota los terrenos; después nos acercamos a la laguna del Soto de las
Cuevas y por la tarde realizamos un recorrido por el Mar de Óntigola, muy cerca
también de dicha localidad.
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Grupo de zampullines cuellinegros |
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Cormoranes junto a los nidos de una colonia de ardeidas |
Amaneció despejado y sin niebla,
este buen tiempo nos acompañó durante todo el día mientras el fuerte temporal
venido del norte azotaba la cornisa cantábrica y Galicia. Era un día propicio
para observar aves y con esa intención acudimos a la cita un autobús con 55
personas a bordo.
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Aspecto de una de las lagunas de la gravera El Puente |
La
primera parada la hicimos en la gravera de El Puente, llegamos allí todavía
temprano y el frío de las primeras horas del día se dejaba sentir, sobre todo
cuando permanecíamos parados un rato durante las observaciones. En una de las
lagunas vimos un grupo de 9-10 zampullínes cuellinegros (Podiceps nigricollis)
junto a algunos porrones europeos (Aythya ferina), un grupo de cormoranes en un
árbol con una docena de nidos de ardeidas, todavía vacíos y, acabando el
recorrido, apareció un ejemplar de barnacla canadiense (Branta canadensis) y
una gaviota enana (Hydrocoloeus minutus) en plumaje de primer invierno. Creo
que este fue el avistamiento que más emoción suscitó.
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Gaviota enana |
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Gaviota enana |
A la salida de la gravera y desde
el mismo autobús divisamos un grupo de 6-7 martinetes (Nycticorax nycticorax) posados en un árbol en la orilla opuesta del
río, recién llegados de sus cuarteles de invierno en África. Bajamos todos del
autobús y pasamos un buen rato contemplándolos. Parecían indiferentes a
nosotros y cuando decidimos marcharnos también ellos levantaron el vuelo.
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Grupo de martinetes |
Desde aquí nos desplazamos a la
laguna del Soto de las Cuevas, situada en un meandro del río Jarama que la
bordea por el oeste. Comenzamos el recorrido en el Puente Largo, caminando
junto a la margen izquierda del Jarama. Bordeamos algunas parcelas agrícolas
donde se levantaron algunos bandos de avefrías (Vanellus vanellus). Descubrimos algún busardo ratonero (Buteo buteo) posado en las torretas
eléctricas y sobrevolando los campos, y algún aguilucho lagunero occidental (Circus aeruginosus) prospectando las
orillas del río.
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Río Jarama |
Una vez en la laguna, garzas
reales (Ardea cinerea), Somormujo
lavanco (Podiceps cristatus), porrón
europeo (Aythya ferina), un aguilucho
lagunero (Circus aeruginosus) posado
en un taray en la orilla opuesta y un macho de pato colorado (Netta Rufina) al que vimos lejos, en la
orilla contraria a donde nos encontrábamos. Muchos mosquiteros comunes y algún
escribano palustre (Emberiza schoeniclus)
iban y venían de una masa de carrizo a otra. Esta laguna da cobijo en primavera
a especies tan interesantes como la garza imperial (Ardea purpurea), de la que comprobamos la reproducción de al menos
dos parejas la pasada primavera. También acoge al calamón común que igualmente
observamos en alguna visita anterior.
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Laguna del Soto de las Cuevas |
Después de comer nos dirigimos a
uno de los humedales catalogados de la Comunidad de Madrid, el Mar de Ontígola.
Este humedal está declarado Reserva Natural por la Comunidad de Madrid y es una
muestra de la ingeniería hidráulica del siglo XVI. En 1552 Felipe II ordenó su
construcción para abastecer de agua los jardines del Real Sitio. La laguna
alcanza una superficie de 13,5 Ha, una profundidad máxima de 6 m y en el
extremo sureste se levanta un muro de contención con un aliviadero por el que
vierten las aguas a un pequeño espacio conocido como Mar Chico, también de alto
valor ambiental.
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Mar de Ontígola |
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Mar de Ontígola |
Nada
más llegar lo primero que vimos, aparte de una pareja de laguneros (Circus aeruginosus) planeando en la vertical del observatorio,
lejos todavía de donde nos encontrábamos, fue una pareja de calamones (Porphyryo porphyryo) que se mostró
aparentemente indiferente a nuestra presencia durante todo el tiempo que la estuvimos
observando, y éramos muchos y estábamos muy cerca.
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Calamones comunes |
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Calamón saliendo entre el carrizo |
En el corto recorrido que hicimos
hasta el observatorio, algunos de sus discretos habitantes dieron cuenta de su
presencia, como un rascón (Rallus
aquaticus) que fue oído por algún miembro del grupo, otros, más comunes,
nadaban en las tranquilas aguas de la laguna: cucharas comunes (Anas clypeata), cerceta común (Anas crecca), gallineta (Gallinula chloropus), Focha común (Fulica atra) y zampullín común (Tachybaptus ruficollis). Entre los
paseriformes, mosquiteros comunes (Phylloscopus
collybita) (probablemente), alguna tarabilla común (Saxicola torquatus), y escribanos palustres (Emberiza schoeniclus) en reducido número. Esta especie se
distribuye en invierno de forma muy irregular en la Península y la evolución de
la población invernal es incierta (SEO /BirdLife. Atlas de las aves en invierno en España 2007-2010).
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Otra vista de la laguna |
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A la izquierda se distingue el borde rectilíneo del dique |
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Aspecto del Mar de Ontígola desde el observatorio |
Declinando
ya la tarde, abandonamos este lugar con dirección a Cabañas de la Sagra
(Toledo) para visitar un dormidero de búhos chicos (Asio otus) localizado en una loma cubierta de pinos y arizónicas con
la esperanza de que no se hiciera de noche y nos diera tiempo de ver un nido de
búho real (Bubo bubo) con tres
pollos, resultado de una temprana puesta en un agujero en un cortado a pocos
metros de una fábrica de cemento. Cómo no iba a dar tiempo para todo se decidió
que los que prefirieran acercarse al dormidero de búhos chicos bajaran del
autobús y el resto iríamos a donde el búho real y los recogeríamos a la vuelta.
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Silueta del búho real |
Unos kilómetros más adelante
llegamos al punto donde se encuentra la pareja de búhos reales. Desde el borde
de una carretera y a bastante distancia de la pared que alberga el nido,
pudimos observar durante largo rato a uno de los adultos en el interior de una
oquedad cercana al nido en el que se encontraban los pollos, que también
pudieron ser observados con todo lujo de detalle. Antes de irnos, el adulto
abandonó el hueco donde se encontraba y se posó en lo alto del escarpe, allí su
silueta se recortaba perfectamente contra el cielo y permitió que todos
pudiéramos observarlo con los telescopios. Poco antes de que nos fuéramos de
allí, realizó un breve vuelo por encima de la cementera regresando de nuevo al
mismo posadero. Recogimos al resto de compañeros que habían probado suerte con
los búhos chicos, habiéndolos podido ver alguno de ellos pero no todos y
regresamos a Madrid. Ya en el autobús se hizo un recuento de las especies
observadas arrojando un total de más de cincuenta.
Desde aquí quiero felicitar al grupo SEO-Vanellus por la organización de la excursión y agradecer su esfuerzo e interés por dar a conocer nuestra fauna y paisajes, esperando acompañarles en próximas salidas.
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