martes, 19 de abril de 2016

ARROYO DEL BODONAL

Arroyo del Bodonal a su paso por Tres Cantos
El arroyo del Bodonal discurre por el límite norte de Tres Cantos (Madrid) y se enmarca en el Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares. Aunque no es más que un riachuelo, a su paso crecen chopos, sauces, olmos, zarzas y demás vegetación de ribera que conforman un tupido bosque galería, y, aunque modesto, lleva la suficiente cantidad de ese líquido maravilloso fuente de vida que es el agua, para que en torno a él brote espontánea una interesante comunidad de organismos constituida por plantas, aves, insectos,  y seguramente de mamíferos, que de manera especial se manifiesta ahora, en primavera. Bodonal significa zona encharcada y proviene de la palabra bodón que alude a una charca o laguna invernal  que se seca en verano. El arroyo del Bodonal, también conocido como arroyo de Viñuelas, bordea la urbanización Soto de Viñuelas y a  continuación cruza la finca del mismo nombre. Al final de su recorrido desemboca en el río Jarama.
Ruiseñor común (Luscinia megarhynchos)


Entre los vertebrados, las aves constituyen el grupo más fácil de detectar tanto por la vista como por su voz. Un  corto paseo junto al arroyo permite reconocer a algunas de ellas. El armonioso canto que surge de la abigarrada vegetación que envuelve el cauce pone en evidencia la llegada de los primeros ruiseñores (Luscinia megarhynchos). Sin embargo, no son estos los que dominan el paisaje sonoro, quizá porque todavía no han llegado en gran número, sino las currucas capirotadas (Sylvia atricapilla), cuyo melodioso canto inunda el soto en estos primeros días  de abril, cantando  entre la enmarañada vegetación del cauce. Aunque es un ave que encontramos en la comunidad de Madrid durante el invierno, es en primavera cuando su canto la delata y es más fácil verla ahora cuando las hojas comienzan a brotar y los árboles no tienen todavía todo su follaje, aunque me parece que le gusta más permanecer a cubierto y se mueve mucho en la orla de zarzas que bordea al arroyo.

Sendero en la margen izquierda del arroyo

Macho de curruca capirotada (Sylvia atricapilla)
 A algunos metros del arroyo, en terreno más abierto, una pareja de tarabillas europeas (Saxicola torquatus) vuela de un posadero a otro visiblemente excitada a mi paso. El macho lleva un insecto en el pico y la hembra, más atrevida, se acerca alarmada sin cesar de reclamar, lo que me permite hacerle alguna foto en la que se aprecia bien su discreto plumaje comparado con el del macho.

La tarabilla europea es una especie politípica, lo que significa que presenta distintas subespecies y su clasificación taxonómica es compleja. Recientemente se ha propuesto agrupar las 24 subespecies reconocidas en tres especies distintas: Saxicola rubicola, que se distribuiría por Europa; S. maurus, de distribución siberiana; y S. torquatus, que reuniría a las subespecies de distribución africana. Así, en algunas guías de aves recientes aparece la tarabilla europea con el nombre científico de S. rubicola. No obstante, se trata de una cuestión compleja debida a la gran variación subespecífica.









Hembra de tarabilla europea (Saxicola rubicola)
Macho de tarabilla europea (Saxicola rubicola)
 El arroyo, como muchos accidentes geográficos, es una referencia visual para las aves en vuelo, como el milano negro (Milvus migransque aparece de improviso portando una larga rama que supongo utilizará en la construcción o arreglo del nido, y  que vuela siguiendo la franja verde que dibuja el bosquete galería del Bodonal. 



Escribano triguero (Emberiza calandra)
Otra de las aves que más se oye estos días en el campo es el escribano triguero, hasta no hace mucho llamado triguero a secas (Emberiza calandra), apareciendo con el nuevo nombre en la Lista de aves de España 2012 (SEO). Su característico chirrido, emitido desde cualquier posadero, es fácil de reconocer y retener, y lo podemos escuchar durante cualquier paseo que hagamos por la campiña abierta en estas fechas de principio de primavera.

Los jilgueros europeos (Carduelis carduelis) rivalizan también con algunos de los virtuosos cantores que hemos mencionado y se les ve particularmente activos yendo y viniendo sin dejar de emitir su canto. Son, además, especialmente numerosos o por lo menos se hacen notar más.





Pájaro moscón (Remiz pendulinus)
Un tropel de avecillas completa la lista de habitantes de este paraje que alegra el campo con sus trinos. No me puedo olvidar del ruiseñor bastardo (Cettia cetti), del pardillo común (Carduelis cannabina), del estornino negro (Sturnus unicolor), del pequeño y nervioso pájaro moscón (Remiz pendulinus) picoteando en cualquier postura imaginable los amentos de los chopos, de la abubilla (Upupa epops), de los abejarucos (Merops apiaster) que vuelan tan altos en el cielo que apenas se los ve pero sí se los oye. Tampoco puede faltar el más urbano de todos ellos, el gorrión común (Passer domesticus), cuyos efectivos han mermado estos últimos años, de ahí su elección como Ave del Año 2016. Otras aves frecuentes en estas arboledas son: el mito (Aegithalos caudatus),  volando de un árbol a otro emitiendo un débil siseo o un corto zurrido; el mirlo común (Turdus merula) al que podemos ver moviéndose a su antojo entre los setos; y la lavandera blanca (Motacilla alba), hábil cazadora de pequeños invertebrados a los que busca en el suelo en áreas más abiertas y muchas veces cerca del agua. Entre las aves más estrictamente granívoras encontramos al pinzón vulgar (Fringilla coelebs) y sobre todo el serín verdecillo (Serinus serinus), al que se le denominaba antes del cambio de nombres de la Lista de Aves de España, simplemente verdecillo. Esta es, sin ningún género de duda, una de las especies más abundantes y su canto el telón de fondo de todos los demás. También está presente el verderón común (Chloris chloris), al que podemos ver encaramado en las ramas más altas de los árboles mientras lanza su canto.
Zona encharcada junto al arroyo


















Jilguero europeo (Carduelis carduelis)