domingo, 9 de mayo de 2021

UN ENCUENTRO INESPERADO

Eran las 10:30 de la mañana, estaba realizando un listado de aves en el parque Enrique Tierno Galván de Madrid para la plataforma eBird, en la que se registran las especies de aves observadas en un transecto, y me encontraba junto a un grupo de cedros cuyas copas sostienen varios nidos de cotorra argentina (Myiopssita monachus), especie invasora que en los últimos años se ha multiplicado  exponencialmente en la ciudad de Madrid. 

Además de las cotorras, las palomas zuritas (Columba oenas) y los gorriones molineros (Passer montanus) aprovechan estas estructuras para anidar. Las zuritas ocupan las cámaras abandonadas y los gorriones pueden hacerlo entre los palos que conforman la estructura y en las mismas cámaras. Los ásperos gritos de  las cotorras, el zureo de las zuritas y los chillidos de los gorriones se mezclaban en una algarabía incesante.
En medio de ese alboroto surgió de pronto un sonido aflautado, una sola nota repetida cada tres segundos que procedía de uno de los cedros. Enseguida lo asocié con un autillo (Otus scops), pero aunque volvió a cantar en algún momento, me costó trabajo encontrarlo entre el ramaje del árbol, pues es un ave que permanece muy quieta y su plumaje es muy críptico. Al fin, tras un rato de  búsqueda di con él, estaba en una horquilla pegado al tronco principal. El color del plumaje y el del tronco se fundían en uno solo,  todo parecía corteza. Allí estuvo todo el rato inmóvil, salvo en las ocasiones en que el ladrido de un perro o la cercanía de alguna urraca lo alarmaban, entonces erizaba los penachos y giraba la cabeza hacia el causante de su sobresalto.

Con un peso medio de 100 gramos y 20 cm de longitud, el autillo es la más pequeña de las siete especies de búhos ibéricos. Se reconocen dos morfos en relación con el tono de su plumaje: gris y pardo, este último menos frecuente en la Península. Se alimenta fundamentalmente de insectos y otros invertebrados, y ocasionalmente de pequeños vertebrados como pajarillos o micromamíferos.

Es un ave nocturna que canta de noche, pero no es inusual que se le oiga de día como en esta ocasión. Cría en agujeros en árboles, muros y paredes, pero también puede ocupar viejos nidos de córvidos como los de urraca (Pica pica). La presencia de la cotorra argentina facilita, seguramente, nuevos lugares donde ubicar el nido: las cámaras abandonadas de sus nidos. Las puestas suelen comenzar en Europa meridional en el mes de mayo y constan de tres a seis huevos que pone a intervalos de dos días.

El autillo es un migrante transahariano, pero las poblaciones del sur de la Península pueden ser parcialmente sedentarias y recibir invernantes europeos. Los primeros autillos llegan a la Península en marzo, en agosto comienzan el retorno a sus áreas de invernada en África.

martes, 6 de abril de 2021

Buscarla unicolor (Locustella luscinioides)

Primeros días de abril en Miralrío, pequeño humedal a las afueras de Velilla de San Antonio, al sureste de Madrid. La laguna se llena de un extraño sonido que parece venir de muchos sitios a la vez. ¿Qué o quién lo produce?, ¿de dónde proviene? Es un sonsonete monótono en tono bajo formado por estrofas largas, a veces de más de 30 segundos de duración: trrrrrrrrrrrr!, que podría atribuirse a un insecto o incluso a un artefacto mecánico. Con paciencia quizá acabemos descubriendo a la criatura que lo emite: un ave de plumaje poco destacado que encaramado a una caña lanza ese extaño sonido mientras mueve la cabeza de un lado al otro. Es la buscarla unicolor (Locustella luscinioides), un pequeño migrante transahariano que hasta no hace mucho se incluía en la familia Sylvidae y actualmente se integra en la familia Locustellidae (Lista de Aves de España 2019).
Es un ave de hábitos discretos, sin embargo fácilmente detectable por su característico canto que emite en muchas ocasiones desde un posadero alto. Al cantar, suele mover la cabeza hacia los lados dando la sensación de que el sonido proviene de lugares diferentes.

Este pájaro pasa la mayor parte del tiempo oculto entre la vegetación palustre, desde allí canta y lo hace muchas veces al descubierto. Construye el nido muy cerca del agua y el tamaño de la puesta varía entre cuatro y cinco huevos.

La buscarla unicolor inverna en zonas de África ecuatorial y regresa a sus áreas de cría en Europa a partir de marzo, abandonándolas en agosto-septiembre.
Hábitat típico de la buscarla
Característica postura de canto