viernes, 8 de mayo de 2015

PRIMER CENSO NACIONAL DE COTORRA ARGENTINA Y DE KRAMER

Vista del lago 
Por iniciativa de SEO/BirdLife se ha llevado a cabo este año, durante el mes de marzo, el primer censo nacional de cotorra argentina (Myiopsitta monachus), y en el periodo de julio a octubre se realizará el de cotorra de kramer (Psittacula krameri). El censo de cotorra argentina consistió básicamente en localizar sus colonias de cría, constituidas por un número variable de estructuras construidas principalmente sobre árboles pero también en otros tipos de apoyos (postes, torres de tendido eléctrico, etc.), y contar el número de  cámaras (nidos individuales) presentes en cada una de ellas, tomando datos de su localización, número de cámaras por estructura, cámaras ocupadas, número de aves en el interior de las cámaras, etc.

En Madrid, el trabajo se distribuyó por distritos y barrios, asignándose a cada colaborador aquellos que mejor le viniesen por proximidad, conocimiento, etc. Se estableció con preferencia un horario para realizar el censo: las horas previas a la puesta del sol, pues es el momento en que la mayoría de las aves están presentes en los nidos y entran y salen de las cámaras con mayor frecuencia.

Para censar la cotorra de Kramer se seguirá un método diferente: consistirá en contar las aves presentes en dormideros previamente localizados.  La finalidad de estos censos es estimar la población de las dos especies exóticas e invasoras con vistas a tomar medidas para su control. 

Pradolongo es uno de los grandes parques de Madrid, tiene una superficie de 72,47  hectáreas y pertenece al distrito de Usera. Se emplaza entre la Avda. de los Poblados, la Avda. de Rafaela Ibarra y la calle del doctor Tolosa Latour, muy cerca del hospital 12 de octubre. No conocía este espacio verde hasta que empecé a visitarlo para censar la colonia de cotorras argentinas instalada allí. Es un parque de trazado bastante regular, con amplios paseos y un gran lago central. En un extremo del lago se levanta un templete de música, y en un lateral, un pequeño y recoleto jardín botánico.


Las cotorras ocupan una reducida área del parque: dos hileras paralelas de  cedros del Himalaya (Cedrus deodora), entre los que se intercala alguna cupresacea, separadas por un espacioso paseo  con parterres, acogen la mayoría de sus nidos. Solo dos se hallan en sendos olmos, muy cerca de la colonia.

Autillo (Otus scops)
Es una apacible mañana de primavera, la floración de la robinia o falsa acacia (Robinia pseudoacacia) está en su apogeo; la fresca brisa transporta la fragancia de sus flores y la propaga por todo el parque. Palomas torcaces (Columba palumbus) y zuritas (Columba oenas) se entremezclan buscando comida en el césped, y las cotorras argentinas (Myosipta monachus), bastante más ruidosas, hacen lo propio formando grupos aparte, aunque también pueden componer bandos mixtos con aquellas. De vez en cuando se oye un pito real (Picus sharpei) y el graznido de alguna urraca (Pica pica).
Comienzo censando los dos nidos que hay sobre olmos. El primero es un nido con dos cámaras pero una de ellas parece vieja y no está usada. El otro tiene una cámara ocupada por una pareja. Hay un tercer nido en otro olmo, es una estructura pequeña y deteriorada, al parecer, abandonada por las cotorras. Sin embargo, guarda una pequeña sorpresa. En el interior de la única cámara, junto a la abertura, inmóvil, con los ojos semientornados que adquieren una apariencia oblicua, se ve un autillo (Otus scops). Su inmovilidad es tal que parece una pieza más de la estructura. El cielo se cubre por un instante y una ráfaga de aire se levanta zarandeando de un lado a otro las ramas del árbol y con ellas el nido, que, recortado contra el cielo inesperadamente plomizo, parece una cápsula espacial sometida a incontroladas e imprevisibles fuerzas con su pequeño tripulante a bordo. Aprovecho la ocasión para hacerle algunas fotos y, tras unos minutos contemplándolo, me dirijo a los nidos de cotorra, que es para lo que he venido. De regreso, volveré a pasar y allí seguirá, en la misa postura, impasible.
Pareja de cotorras construyendo el nido

Los voluminosos nidos atraen a otras aves. Las palomas zuritas se ven con frecuencia junto a ellos, y algunas parejas ocupan cámaras abandonadas a las que aportan material para acondicionarlas. Otra de las aves que encuentra acomodo para anidar en el denso entramado de ramas, es el gorrión molinero (Passer montanus). Se los puede ver llevando material para forrar el nido, como plumón y otros materiales ligeros, introduciéndose, no solo en las cámaras, también entre el ramaje que constituye la estructura del nido.




Grupo de cotorras en las ramas de un plátano de sombra
Me resulta difícil tomar todos los datos que requiere el censo en una sola visita, y vuelvo varios días y a diferentes horas durante la semana para hacerme una idea más real del volumen de la colonia y ocupación de las cámaras. Sigo siempre el mismo ritual: me acerco al árbol en cuestión, doy vueltas a su alrededor para contar los nidos y tomar nota del número de cámaras que poseen y del número de ellas que están ocupadas. La gente que pasa cerca me mira extrañada y después dirige la mirada a lo alto fijando su atención en los nidos. Algunos me preguntan si soy del ayuntamiento, si estoy controlando la procesionaria del pino y cosas más peregrinas. Empiezo a resultar familiar a los jardineros que justo ahora siegan el césped de los parterres próximos a los nidos. Los días siguientes ya parezco parte del paisaje, la curiosidad inicial de los empleados municipales decae y también la de los paseantes asiduos al parque.

Paloma zurita (Columba oenas) ocupando una cámara
Al tiempo que hago el censo reparo en las pautas de comportamiento de estas aves. Por ejemplo, llama la atención el grosor y la longitud de las ramas utilizadas en la construcción de los nidos. Es frecuente verlas volar llevando largas ramas sujetas con el pico por uno de sus extremos, la mayoría de las cuales superan con creces la longitud de las propias aves. Al llegar al nido, unas veces, se posan en la parte superior de la estructura y caminan indecisas por ella, buscando el lugar propicio donde colocar la rama; entonces, con habilidad, ayudándose con las patas y el pico, consiguen insertarla en la compleja estructura. Otras, entran con la rama en la cámara y la colocan por dentro. El nido va haciéndose, así, cada año más grande conforme se añaden nuevas cámaras. Los  extremos de las ramillas aparecen desmochados, y el vivo color amarillo de las fibras de la madera indica que han sido cortadas hace poco. Las cotorras sujetan la rama con el fuerte pico y lo giran a su alrededor para ir haciendo mella en la madera, debilitar la rama y, a fuerza de doblarla, terminar arrancándola. Si bien, la mayoría de los nidos los construyen sobre cedro, el material que utilizan procede generalmente de otros árboles, como el plátano de sombra (Platanus hybrida), muy frecuente en parques y jardines.

Paloma zurita saliendo de una cámara
Según avanzo junto a la hilera de árboles, un revuelo y cierta agitación se percibe en las copas de los dos últimos cedros de la fila, junto a una falsa acacia de buen tamaño y cargada de flores. Algo altera a las cotorras que revolotean de un cedro al otro visiblemente nerviosas. Tienen la atención puesta en otra cosa y no en mí como otras veces, cuando al acercarme a los nidos comienzan a gritar desaforadas, incómodas por mi presencia. Esta vez algo parece molestarlas más y, aunque me muevo por debajo de los árboles intentando averiguar de qué se trata, las aves, ajenas a mi presencia, continúan con su algarabía de ásperos gritos, atentas a no sé qué.


Perico multicolor (Platycercus eximius)
Al rato de comenzar la búsqueda veo un ave de vuelo algo boyante que sale de uno de los cedros y se posa en la falsa acacia. Semioculta entre las hojas y los racimos de flores de la robinia, a las que picotea y come, camina por una rama con el cuerpo en línea con ella. Al fin, tras un rato de moverme bajo la copa buscando un buen punto de vista, el ave se coloca de manera que puedo verla con claridad a través de un hueco que se abre en el follaje. De un tamaño parecido al de la cotorra gris, quizá algo más robusta y con un plumaje vistoso y multicolor, es claramente un psitácido (cotorra o loro). Más tarde, tras consultar

Perico multicolor (Platycercus eximius)

algunas guías, averiguo que se trata de un perico multicolor (Platycercus eximius), otra especie exótica como la cotorra argentina, confinada, en su distribución original, en el este de Australia donde ocupa bosques abiertos, sabanas, tierras de cultivo, jardines y parques (http://www.hbw.com/species/eastern-rosella-platycercus-eximius). La presencia del extraño parece incomodar bastante a las cotorras. Al cabo, el perico se aleja y la tranquilidad retorna al grupo de cotorras. 

Nido con dos cotorras asomándose por la entrada a la cámara
Retomo el trabajo que me ha traído aquí y continúo recorriendo la fila de cedros, deteniéndome en aquellos que tienen nidos, que son casi todos, salvo algún árbol suelto que por su pequeño tamaño no ha merecido la atención de las cotorras. No todas las cámaras están ocupadas, algunas, visiblemente abandonadas, presentan un aspecto sucio con el orificio de entrada deteriorado y su borde cubierto de excrementos. Se distinguen bien de las nuevas, estas más limpias y, en muchos casos, con ramillas dispuestas en espiral alrededor del agujero de entrada, adquiriendo el conjunto una curiosa forma cónica.


Es abril y aún no han comenzado las puestas, las cotorras están en plena faena de acondicionar los nidos. En la colonia la actividad es febril, las aves entran y salen de las cámaras en un bullir incesante. A veces, los dos miembros de la pareja coinciden dentro y asoman las cabezas por el agujero; otras, solo un ave permanece en el interior de la cámara hasta que llega su compañera y entonces sale, o bien permanecen juntas y al cabo de un rato ambas abandonan ruidosamente el nido.

Gorrión molinero (Passer montanus)
Algunos árboles tienen varios nidos y para no confundirlos se me ocurre numerarlos siguiendo siempre el mismo orden y tomando un punto de referencia: de arriba a abajo y de derecha a izquierda, de modo que empiezo por el de arriba, ese será el número uno y voy descendiendo hasta encontrar el siguiente. Si a ese nivel hay dos o más nidos continuo numerándolos siguiendo el sentido derecha - izquierda. Así anoto la posición relativa de los nidos en el árbol. Es una forma de recordar su posición si tengo que volver a revisarlos otro día. 

Los datos obtenidos se disponen en forma de tabla en un fichero para ser tratados informáticamente más adelante.



Cotorra de Kramer (Psittacula krameri)
Como decía al principio, está pendiente el censo de la cotorra de Kramer a realizar durante los meses de julio a octubre. Os animo a participar en él pues es importante conocer --al igual que para la cotorra argentina-- la población y distribución de esta especie en España.