martes, 28 de mayo de 2013

ORQUÍDEA Himantoglossum hircinum


En una entrada antigua hago referencia al hallazgo en 2008 de dos ejemplares de la orquídea Himantoglossum hircinum en el Monte de El Pardo (Madrid); ambos pies muy juntos, practicamente en contacto. Desde entonces, la planta ha brotado cada primavera y ha completado su ciclo vital con normalidad, salvo la primavera pasada (2012) que solo llegó a echar unas pocas hojas que acabaron marchitándose. Este año ha brotado un solo pie de orquídea, pero la primavera lluviosa y fresca parece haberla favorecido, de forma que a mediados de mayo la orquídea tiene un aspecto expléndido. Muestro a continuación las fotografías de su desarrollo desde el mes de marzo, época en la que se produce la brotación.



Aspecto de la planta a mediados de marzo
 


















Detalle de las hojas


















Estado a primeros de abril



















Desarrollo de la planta a primeros de mayo
























Detalle de la inflorescencia
























La planta a mediados de mayo



















Flores



















Detalle de la flor
Detalle de la flor
Flores

 






















La planta a mediados de junio

 
 
Flores marchitas

 
Detalle de una flor
 

lunes, 20 de mayo de 2013

CORTADOS DE VELILLA DE SAN ANTONIO

 Los cortados yesíferos y sotos del río Jarama, en la localidad de Velilla de San Antonio (Madrid), forman parte del Parque regional en torno a los ejes de los cursos bajos de los ríos Manzanares y Jarama, conocido generalmente como Parque Regional del Sureste. Se incluyen, además, en la ZEPA: Cortados y cantiles de los ríos Manzanares y Jarama. Como apunta el nombre oficial del parque, este espacio natural se vertebra  a lo largo de los cauces bajos de los ríos Manzanares y Jarama, trazos maestros que modelan la orografía y el paisaje del territorio. El Parque alberga una importante y representativa avifauna constituida en gran parte por especies estivales pero también por un número importante de especies sedentarias. Además, durante las épocas de paso migratorio, otoño y primavera, el número de especies se incrementa pudiendo observarse una gran variedad de aves, algunas de ellas insospechadas por su rareza o escasez, pero que pueden aparecer en cualquier momento y lugar dada su naturaleza migradora. Unas y otras hacen uso de los diferentes ambientes del parque en la búsqueda de alimento, refugio y descanso.
Parece que una pareja de garza imperial (Ardea purpurea) se ha establecido para criar. Raro es el día que no se la ve volar sobre el río Jarama o en sus orillas. Al menos hay una pareja, pues un ejemplar porta anilla metálica y hay otro que no lleva ninguna, concretamente el de la fotos. El ave fotografiada estaba en el río Jarama y en algunas fotos aparece un galápago leproso (Mauremys leprosa) sobre un tronco frente a ella.

Garza imperial en el Jarama





 






Garza imperial. En frente, un galápago leproso sobre un tronco


Galápago leproso (Mauremys leprosa)



domingo, 5 de mayo de 2013

CORTADOS Y LAGUNAS DE VELILLA DE S. ANTONIO (MADRID)



La mañana del pasado 4 de mayo amanece magnífica. Salgo temprano dudando entre acercarme a Rivas-Vaciamadrid y subir a los cortados de Casa Eulogio para llegar al pico Coberteras, o dirigirme a las lagunas de Velilla de San Antonio: El Raso, Picón de los Conejos y El Soto, todas ellas junto al río Jarama en una zona donde éste dibuja el perfil de un cortado yesífero que se alza en su orilla derecha. Finalmente opto por esto último y, comenzando por la laguna de El Raso, en el mismo polígono industrial de Velilla, hago el recorrido por la senda que, bordeando esta laguna y la del Picón de los Conejos, nos adentra en el soto desde donde se pueden ver los cortados al otro lado del río.

Laguna de El Raso

Lo ripario y lo rupícola se entremezclan en este lugar. El elenco vegetal que corteja al río se compone principalmente de álamo blanco (Populus alba), álamo negro (Populus nigra), olmo (Ulmus sp.) y algún aliso aislado (Alnus glutinosa). También se encuentran algunos ejemplares de membrillo (Cydonia oblonga), debidos, probablemente, a la acción humana en otros tiempos. Es notable la presencia de especies invasoras con gran capacidad de dispersión, como el ailanto (Ailanthus altissima) y la caña (Arundo donax), que forma rodales más o menos extensos en algunos puntos. 

Bosque de ribera
El bosque galería o de ribera alberga especies arbustivas como sauce (Salíx sp.) taray (Tamarix sp.), saúco (Sambucus nigra) y zarzas (Rosa sp. y Rubus sp.). El estrato herbáceo de cierto porte está representado por Thapsia villosa (zumillo) , Urtica sp., Verbascum sp. Ferula communis (cañaheja), Conium maculatum (cicuta), Arctium lappa (bardana), etc.



Bardana mayor (Arctium lappa)
































Pepino del diablo o cohombro amargo (Ecballium elaterium)




































Vista del bosque de ribera o bosque galería



















La margen derecha en este tramo del río se sitúa en la base de un cortado yesífero coronado por cuestas y lomas tapizadas por un herbazal gipsófilo dominado por esparto (Stipa tenacissima), Ephedra sp.,  Asphodelus sp. (gamón), Thymus sp. (tomillos), Thapsia villosa, Ferula communis, etc.


Río Jarama. En la orilla opuesta se alza el cortado yesífero
Cotorra argentina

Especies alóctonas como la cotorra argentina (Myopsitta monachus) son cada vez más frecuentes y pueden verse arrancado brotes y flores de algunos árboles y arbustos.

Verdecillo (Serinus serinus)
Quizá sea el verdecillo (Serinus serinus) el passeriforme más abundante de este entorno junto al verderón (Carduelis chloris) y el ruiseñor común (Luscinia megarhynchos)




Cantiles de la margen derecha del Jarama


Cigüeña blanca (Ciconia ciconia) busca alimento en el mismo cauce del Jarama

Somormujo lavanco (Podiceps cristatus

Somormujo lavanco (Podiceps cristatus) en la laguna de El Raso
El somormujo lavanco, habitual invernante, exhibe ahora un plumaje más atractivo. Algunas parejas se ven en estas lagunas, quizá reproductoras, conforme avance la primavera se verá si aparece algún pollo. Otro podicepediforme, el zampullín común (Tachybaptus ruficollis), es más abundante y es frecuente verlo tanto en el río como en las lagunas. En cambio, no se ve zampullín cuellinegro (Podiceps nigricollis), que sí es reproductor en la relativamente cercana laguna del Soto de las Juntas.



Cigüeña blanca (Ciconia ciconia) en una zona arenosa de la ribera
del río.

Galápagos leprosos (Mauremys leprosa) en el río Jarama


Ánade azulón (Anas platyrhynchos) y galápago leproso al fondo
Durante el invierno se ven gran número de patos cuchara que ocupan preferentemente las lagunas y algunos ejemplares de cerceta común (Anas crecca). Ahora, en primavera, los patos más frecuentes son el ánade azulón (Anas platyrhynchos) y el porrón europeo (Aythia ferina).

Macho de porrón europeo (Aythya ferina)

Cría de ánade azulón en el río Jarama

Laguna El Picón de los Conejos


















Laguna de El Soto

























La laguna de El Soto acoge algunas especies ciertamente interesantes, como el calamón común (Porphyrio porphyryo) al que se le ha visto esta primavera con algún pollo, la garza imperial (Ardea purpurea), que creo puede anidar en el carrizo y  una pareja de aguilucho lagunero (Circus aeruginosus) casi seguro reproductora,



El esquivo calamón (Porphyrio porphyrio) es difícil de sorprender normalmente
oculto en lo más espeso de las eneas




















Cortado yesífero y río Jarama



En un lugar donde el bosque de ribera se aclara puede verse la orilla opuesta y parte de la pared del cortado, lo que permite escudriñar grietas y recovecos en busca del búho real (Bubo bubo), el habitante más discreto del Parque Regional del Sureste. Son las 8:30, recién iniciado mi paseo, cuando, casi por casualidad, lo veo junto a un agujero abierto en la roca, inmóvil, con los ojos entornados, somnoliento. Pese a tratarse de un ave de tamaño relativamente grande, no es fácil de ver en el roquedo debido a la distancia, la altura del cortado y a su color mimético que lo hace pasar desapercibido. Da la impresión que un ave de su tamaño destacará en el roquedo, pero no es así, el búho parece "caber" en cualquier grieta o hueco de la pared, y es muchas veces cuestión de suerte llegar a verlo. No es el primer encuentro que tengo con esta especie,  la última vez fue hace quince días, se encontraba al abrigo de una grieta a 200 metros de este lugar.
Permanezco observándolo durante 20 o 25 minutos; durante ese tiempo parece ajeno a todo lo que acontece a su alrededor: las evoluciones de la collalba negra (Oenanthe leucura), que también parece ignorarle, el vuelo cercano de las palomas zuritas (Columba oenas), el paso de un par de milanos negros (Milvus migrans) por su vertical, y los abejarucos (Merops apiaster) que vuelan junto a la pared. Después, el búho realiza un corto vuelo, casi un brinco, hasta un cercano posadero y enseguida emprende el vuelo desapareciendo.




Carricero común (Acrocephalus scirpaceus)



Algunos días más tarde me propongo observar con mayor detenimiento la pared desde un extremo al otro, tanto como me lo permita el arbolado del soto que se interpone entre mi y el cortado, intentando no dejar hueco o pliegue de roca sin mirar, buscando algún otro posadero del búho que me permita conocer sus querencias para poder localizar al ave con mayor facilidad en futuras ocasiones.


Carricero común




















Por el camino se escuchan los cantos y reclamos de multitud de aves, explosión sonora de la primavera. Los carrizos de las orillas de las lagunas y de las riberas del río se animan con el canto del carricero tordal (Acrocephalus arundinaceus) y el muy parecido, pero en tono no tan bajo, del carricero común (Acrocephalus scirpaceus). Entre los chopos y tarays se oyen los pájaros moscones (Remiz pendulinus) y prestando atención podemos descubrir alguno de sus péndulos nidos.

Carricero tordal (Acrocephalus arundinaceus)


















En el agujero en que vi al búho la vez anterior no está; continúo la búsqueda que, si se hace a conciencia, resulta cansada y penosa por la incómoda postura de mirar hacia arriba. Así, metros y metros de pared, siempre con la duda, más que razonable, de haber dejado algún sitio sin mirar. Carriceros tordales y comunes, verdecillos (Serinus serinus) y especialmente torcecuellos (Jynx torquilla) amenizan mi búsqueda con sus cantos. Alguna paloma zurita (Columba oenas) localizo en la pared, aviones comunes ( Delichon urbica), abejarucos (Merops apiaster) pero ni rastro del búho real. Llego al segundo posadero conocido, la grieta abierta próxima al borde del escarpe, y allí está. Durante unos minutos lo contemplo, la tranquilidad del paraje es total, la hora, pasado el mediodía, se impone a la actividad de las aves y ya no se oye tanta algarabía.  

Pájaro moscón (Remiz pendulinus) construyendo el nido en las ramas
 de un chopo. Observar el trenzado de las fibras del cono superior a la rama


















Pájaro moscón (Remiz pendulinus) atento al observador mientras se
aproxima al inacabado nido


















Pájaro moscón (Remiz pendulinus)


















 
El 10 de mayo doy otro repaso al cortado y localizo un búho real en un hueco a pocos metros de la grieta en la que le vi en dos ocasiones anteriores. Ventila con el pico abierto haciendo patentes las plumas blancas de la garganta. Busco por los alrededores por si estuviese cerca la pareja, animado por esta idea recorro una y otra vez con los prismáticos el espacio del roquedo que comprende los dos posaderos. Empiezo a familiarizarme con la pared del cortado, voy recordando sus pliegues, sus caprichosas formas, las fisuras y las brechas. No transcurre mucho tiempo cuando descubro la cabeza de otro búho, distingo bien los penachos y los ojos muy abiertos, se encuentra en una grieta horizontal en cuyo borde crecen algunas matillas de flores violáceas. La cavidad parece profundizar hacia el interior de la pared y sería un buen sitio para emplazar un nido.

Repisa con el búho


















El 14 de mayo el pronóstico del tiempo anuncia chubascos de carácter tormentoso y un descenso de las temperaturas para los próximos días. La mañana amanece cubierta, la temperatura es menor que en días anteriores pero no parece que vaya a llover de forma inminente. Quizá sea un día propicio para echar un vistazo a los búhos antes de que se complique más el tiempo. Al llegar, se ve a la hembra en la grieta en donde, supongo, se localiza el nido. No encuentro al macho en ninguno de los posaderos habituales que  conozco. Intento imaginar dónde me pondría yo si estuviese en el lugar del búho y, casi al unísono con este pensamiento, descubro la figura del macho en la pared,  debajo de una gran efedra (Ephedra fragilis) y sin ningún tipo de cobertura. Allí permanece un buen rato dejándose observar, no parece comprender el interés que suscita en mí. De vez en cuando dirijo mi atención al nido por si algún pollo asoma la cabeza e intentar así averiguar el tamaño de la nidada, pero solo se ve a la hembra que apenas ha cambiado de posición en todo este tiempo. Además, la distancia a la que me encuentro es grande y es difícil apreciar detalles. Al volver a mirar hacia el macho éste ya no está, se ha marchado en silencio. Una hora después, alrededor del mediodía, se ven dos pollos en el nido, uno de ellos, ante la indolente presencia de la madre, intenta engullir entera lo que parece una rata pero no lo consigue.
Búho real (Bubo bubo)
El macho en un posadero cercano al nido

Algunos puntos del roquedo son ocupados habitualmente por el macho como
el de la fotografía.


















































Pollo de búho perfectamente mimetizado con el entorno














A punto de abandonar su percha, el búho mira a un lado y a otro
















El conejo (Oryctolagus cuniculus) es abundante y debe de constituir parte
importante de la dieta del búho real. 


















Conejo (Oryctolagus cuniculus)





















Lagarto ocelado (Lacerta lepida)