martes, 18 de septiembre de 2012

VALLE DEL RÍO BAJOZ (VALLADOLID, ESPAÑA)


El río Bajoz es un pequeña corriente que nace en las inmediaciones del municipio vallisoletano de Castromonte y discurre por la comarca de los Montes Torozos hasta desembocar en el río Hornija, encontrándose con él muy cerca del Duero, ya en tierras zamoranas. La comarca de los Torozos se extiende de noreste a oeste de la provincia de Valladolid, hasta el mismo límite con la provincia de Zamora. Limita al norte con la comarca de Tierra de Campos, al sur con la del Vino y al este con la Campiña del Pisuerga. Separa asimismo las cuencas del Duero, al sur, y la del Sequillo, al norte.

Palomar en Castromonte



















Restos de antiguo palomar (Castromonte)



















Cola del embalse de la Espina



















Al poco de dejar atrás el pueblo de Castromonte, el río Bajoz se remansa en un pequeño embalse, el de La Espina.

Embalse de la Espina






































El embalse desde las cuestas


















Salida del embalse. Un pequeño desagüe permite que el río prosiga su curso



















La incisión producida por el río en la dura capa caliza que culmina todos estos páramos, dio origen a un pequeño valle que se abre paso entre las mesetas o altiplanicies tabulares que constituyen el particular relieve de los Montes Torozos. 




































Escarpe calizo



















Vallejo de Sobravíos


















El río en su avance hacia el suroeste deja a sus márgenes, en sus primeros kilómetros de recorrido, estrechas franjas de cultivo que enseguida se topan con las laderas o cuestas de los páramos, nombre que reciben los altiplanos característicos de este paisaje. Más adelante, en el municipio de Mota del Marqués, el valle que ha ido ensanchándose, prácticamente desaparece entrando el río en terreno abierto; al dejar atrás el pueblo de Casasola de Arión, vuelve a encajarse en una pequeña vega.

Valle del Bajoz

Valle del Bajoz



Poblado de la Espina


 















Sotos del Bajoz



















Detalle del río Bajoz



















Cultivos junto al río



















Cauce del Bajoz




































Vegetación que acompaña al río



















En la zona de La Espina, las cuestas y parte del páramo están repobladas con pino piñonero (Pinus pinea) y pino carrasco (Pinus halepensis). La encina (Quercus ilex ballota) ocupa también cuestas y páramos. En las zonas más extensas y espesas de monte, como el monte de La Espina y alrededores del embalse, se encuentran buenas manchas de quejigos (Quercus faginea) entremezclados con pinos (Pinus pinea).

Pinar


















Procesionaria del pino (Thaumetopoea pityocampa)



















Monte de quejigo


















Quejigo (Quercus faginea)















Quejigar


















Típicas agallas sobre Quercus faginea





















Hierba pincel (Staehelina dubia)



















(Staehelina dubia)


















Lonicera etrusca (madreselva etrusca)

















Lonicera etrusca

















Lonicera etrusca

















Encinar

















Pinares en el entorno del embalse de la Espina



















Cabecera del valle del Bajoz



















La vegetación arbustiva de mayor porte está muy bien representada por endrinos (Prunus espinosa) , majuelos (Crataegus monogyna) y zarzas (Rosa y Rubus sp.), estas últimas forman   en algunos lugares densas marañas prácticamente impenetrables, apareciendo como orlas de las masas de arbolado y en el interior de las mismas; también formando setos en bordes de parcelas y caminos. En los lugares más umbríos y con suelos más húmedos, puede encontrarse alguna especie de enredadera (Hedera sp). Junto al río crecen chopos (Populus alba), sauces (Salíx sp.) y Olmos (Ulmus sp.)

Endrino (Prunus espinosa)
















Endrino



















Frutos de endrino


















Zarzamora
















Jara estepa (Cistus laurifolius)


En primavera y verano es cuando mayor número de especies de aves encontramos aquí. En esta época hemos detectado más de 60 especies con mayor o menor representación, casi todas reproductoras en el área descrita. Damos cuenta de las más significativas.


Vegetación densa junto a un manantial

El azor (Accipiter gentilis) es un reproductor habitual, en los tres últimos años ha ocupado el mismo nido en la horquilla principal de un chopo (Populus alba), en una zona frondosa junto a un riachuelo. No es infrecuente verle remontándose sobre el valle. Muy común, el busardo ratonero (Buteo buteo) también es nidificante. Este año (2012) una pareja ocupó un nido sobre pino (Pinus pinea)  muy cerca del de azor. Más atención hay que prestar para avistar al halcón peregrino (Falco peregrinus) al que hemos visto este verano  realizando picados sobre una potencial presa, sin fortuna en esta ocasión, en una ladera en el pago de Sobravíos,  un vallejo que alcanza el Bajoz por su margen izquierda. La aguililla calzada (Aquila pennata) es la rapaz que con mayor frecuencia observamos planeando sobre pinares y encinares, utilizando estas masas forestales para ubicar el nido. Al alcotán europeo (Falco subbuteo) lo hemos visto un caluroso día de julio en los alrededores del embalse de La Espina, remontándose con un ave en las garras. Otro lugar donde le observamos, hace ya algún tiempo, es en Sobravíos, y siempre en zonas con abundante arbolado. En cualquier caso, se trata de una especie con la que hemos tenido pocos encuentros, y no nos atrevemos a aventurar su grado de presencia. En cultivos y rastrojeras encontramos al aguilucho cenizo (Circus cyaneus), estival, y en el embalse al aguilucho lagunero occidental (Circus aeruginosus), sedentario e invernante regular. Ocasionalmente se detecta algún ejemplar de águila imperial ibérica (Aquila adalberti)  volando en altura sobre el valle. Con mayor frecuencia se ve el paso de buitres leonados (Gyps fulvus), incluso hemos visto en alguna ocasión algún ejemplar posado sobre los pinos de la ladera del valle, muy cerca de la carretera que lo recorre. El milano negro (Milvus migrans), rapaz oportunista común en las tierras de la meseta, aquí tampoco es una excepción.

Verdecillo (Serinus serinus), jilguero (Carduelis carduelis), verderón común (Carduelis chloris) y pardillo común (Carduelis cannabina), son los fringílidos más abundantes, encontrándoseles en casi todos los lugares. El discreto escribano soteño (Emberiza cirlus) puede pasar desapercibido y seguramente abunde más de lo que parece,  hay que prestar atención a su canto o reclamo para detectarle. Más notorio se muestra el triguero (Miliaria calandra), que al final del verano va formando grupos numerosos que recorrerán los campos durante el invierno.

La curruca capirotada (Sylvia atricapilla) y la carrasqueña (Sylvia cantillans) nos parecen los silvidos más abundantes. La primera, más ligada a las zonas frondosas y húmedas del fondo del valle, la segunda parece preferir los páramos poblados de encina y quejigo. Otro silvido, el zarcero común (Hippolais polyglotta), es muy frecuente en zarzas y arbustos de lindes y pinares. Pinares, encinares y quejigares constituyen el hábitat propicio para el también abundante mosquitero papialbo (Phylloscopus bonelli), pudiendo verse al final del verano numerosos grupos familiares de esta ave.




Los lugares con densa cobertura arbustiva (endrinos, majuelos, zarzas, etc.) dan cobijo a especies como petirrojo europeo (Erithacus rubecula), chochín común (Troglodytes troglodytes), ruiseñor común (Luscinia megarhynchos) y reyezuelo listado (Regulus ignicapilla).























Terrenos abiertos, cultivos y viejas construcciones, como pozos de riego o casetas en ruinas, concentran a gorriones comunes (Passer domesticus) y molineros (Passer montanus) en grupos más o menos numerosos, en los que parecen más abundantes estos últimos. A ellos se les une también el gorrión chillón (Petronia petronia) y el estornino negro (Sturnus unicolor).

 Passeriformes forestales como el carbonero común (Parus major), el herrerillo común (Cyanistes caeruleus) y el mito común (Aegithalus caudatus), son frecuentes en pinares y encinares pero también ocupan el soto junto al río. La alondra totovía (Lullula arborea) es un ave común y fácil de observar y de oír en los claros de encinares y pinares de los páramos. Ya avanzado el verano, se la puede ver  en rastrojos y barbechos.
La abundancia de la paloma torcaz (Columba palumbus) contrasta con la escasa presencia de la tórtola europea (Streptopelia turtur). Se ve alguna tórtola en el fondo del valle, junto al río; se escucha el arrullo que emite oculta en los árboles que crecen en galería a lo largo del cauce, y a veces se la observa posada en los tendidos eléctricos, pero  parece un ave con pocos efectivos en la zona, aunque si debe de ser reproductora. Otra especie migradora transahariana, la oropéndola (Oriolus oriolus), se puede encontrar en el arbolado que escolta al río en su recorrido (Populus, Ulmus, Salíx, etc.).

Talud con nidos de abejaruco


Los abejarucos europeos (Merops apiaster) anidan en una pequeña colonia ubicada en un talud próximo al embalse. Forman grupos bastante gárrulos y de cierta entidad a finales de agosto, cuando se les puede ver cazando insectos a poca altura sobre el suelo.








Durante la primavera se oye con frecuencia el monótono canto del cuco común (Cuculus canorus) y el tamborileo del pico picapinos (Dendrocopos major). La abubilla (Upupa epops) también es un ave muy frecuente,  y su canto, machaconamente repetido, es una de las notas más características de la primavera. La corneja negra (Corvus corone) y el cuervo (Corvus corax) son los córvidos con mayor presencia. La urraca (Pica pica) parece más escasa. El alcaudón común (Lanius senator) es un reproductor común, y su paso otoñal debe de ser notorio, pues a partir de agosto se ven muchos juveniles por esta y otras zonas próximas al área que nos ocupa. Otro pájaro abundante en el paso otoñal es el papamoscas cerrojillo (Ficedula hypoleuca). Algún papamoscas gris (Muscicapa striata) puede ser visto durante el mes de julio, quizá como reproductor. La collalba gris (Oenanthe oenanthe), escasa en toda la región, si comparamos sobre todo con algunas décadas atrás, se encuentra en los páramos, pero nos atrevemos a decir que con pocas parejas reproductoras. Otra especie en franco declive también, es el mochuelo europeo (Athene noctua), otrora ave muy común en la campiña ahora, en cambio, se ven muy pocos individuos. En la campiña que ocupa el fondo del valle podemos encontrar tarabilla común (Saxicola torquatus), colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros), perdiz roja (Alectoris rufa), cernícalo vulgar (Falco tinnunculus), avión común (Delichon urbicum), golondrina común (Hirundo rustica), Vencejo común (Apus apus), etc.

En el embalse de la Espina, pueden observarse durante todo el año especies como gallineta común (Gallinula chloropus), Focha común (Fulica atra), ánade azulón (Anas platyrhynchos), garza real (Ardea cinerea) y aguilucho lagunero occidental (Circus aeruginosus), este último también ve incrementado su número en invierno por la presencia de invernantes europeos. Otras aves de hábitos más discretos como el avetorillo (Ixobrychus minutus) y el rascón (Rallus aquaticus), pueden ser detectados en el paso primaveral al oír su voz entre las eneas, e incluso dejarse ver al cruzar fugazmente la lámina de agua de una orilla a otra en el caso del avetorillo.